martes, 8 de julio de 2014

Terremoto

      Hoy vuelvo a escribir después de que pasó el temblor. Me desestabilizaste, me lastimé y me salió mal, pero renazco cada día, vuelvo a la vida a pesar que no te tengo. Ya no te lloro, aprendí a no llorar por lo que alguna vez me hizo bien. En realidad, si tengo la necesidad es porque me acuerdo de lo feliz que fui y todo lo que me falta en este momento, pero nunca bajé los brazos. No dejé de confiar en mi capacidad innata de reponer el corazón.

       Estoy parada en algún lugar, no se bien donde ni sé qué siento con exactitud, es muy confuso la forma en que me veo al espejo y espero una señal de algo que me indique si está bien lo que estoy haciendo.
 
      Te cuento por si algún día lees esto, estoy bien... más que bien en realidad. Volví a encontrarme conmigo, con mi familia y con mis amigos. Ya no dependo de la opinión de otra persona, mi alma no está condicionada, soy libre en el sentido más hermoso de la palabra. Y qué miedo da ser libre... Paraliza el alma, enfría el corazón, atrae la adrenalina, pero sin eso no podríamos vivir.

 
      Ya no me rigen los parámetros normales, no uso las mismas palabras ni me genero las mismas expectativas. Ya no tengo esas ilusiones, y Tiziano y Alena pasaron a ser nombres improbables pero no olvidables. Ya no miro programas de vestimentas blancas ni escucho música triste. Peliculas con individuos atraídos por la oxitocina, las eliminé de mi videoteca y las demostraciones de afecto de whatsapp están bien reservados en la oscuridad de la pestaña que nunca se abre.
 
      Una parte de mí murió con aquella cobarde conversación telefónica, y vos también estás muerto para mí. No sos la persona de la que me enamoré, preocupada por si algo me pasaba. Cambiaste como cambió tu amor por nosotros. Y así cambié yo. Te llevaste mi parte más inocente, la soñadora, la ingenua... lo tiernito que podías encontrar adentro. Quedó el cuenco vacío que contenía tanta materia esponjosa y dulce, frío e impoluto, sin marcas por elección. Ya no soy la misma persona de la que te enamoraste tampoco. Si lloro por eso es por el duelo de aquella parte de mí que no quiero volver a ver.
 
      Pero quiero que sepas que no me arrepiento de nada. Hoy elijo estar así, viviendo el día a día con la persona que quiera estar cerca mío, no excluyo pero tampoco dejo entrar más allá de lo que necesito. El cuerpo no es una barrera, así que no te sientas molesto si dejo que lo sobrepasen. Va a ser muy difícil que pueda volver a decir "te quiero", sentite orgulloso de uno de tus pocos logros sobre mi persona.

       Lo que se supone que late adentro mío es una máquinita que me mantiene viva... autorizada para funcionar, no para sentir, viste... los residuos de lo que dejamos.

       Hoy siento que cumplí mi ciclo. Te aprecié, te quedaste, te retuve, te fuiste, te lloré, te sufrí, te torturé en mi cabeza y hoy te libero. Ya no te siento, no te quiero (el mundo sabe que nunca va a ser completo). Sé libre, que la libertad es lo más lindo que vas a poder sentir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Search This Blog