lunes, 15 de septiembre de 2014

ATERRADA

          Si tuviera que buscar una definición de MIEDO precisamente no la buscaría mucho más allá de mí. Hoy puedo decir que tengo mucho miedo. Las cosas se me están yendo de control: mi cabeza no para de escuchar voces que se superponen entre sí, mi corazón está confundido y la opresión en mi pecho creció en estas últimas horas.

          ¿La causa? La misma de siempre. No quiero volver a sentir, me niego a volver a pasar por lo mismo de siempre y más cuando se lo que duele la caída. Lo que siento en este momento me confunde y ese es un estado que no me puedo permitir por más que quiera. No puedo volver a ser la misma de antes, simplemente esa versión está muerta, alguien la mató y revivirla es escarbar y hacer de los pedazos un rejunte. Es algo muerto en vida.

          Pero los límites los tengo muy claros. Ya me pasó una vez, claro está que antes no tenía conciencia de eso y la edad me permitía hacerlo, quedaba mucho de la inocencia que me caracterizaba y ahora perdí. 

LA PERDÍ POR UNA PERSONA QUE CREÍ EL AMOR DE MI VIDA. Groso error. 22 años y pensaba que mi primer novio de verdad iba a ser la persona que me iba a cuidar por lo que me quedaba de vida.

Ahora ya está, si esta persona me viera volvería a correr para esconderse de mí. 

         Por un segundo, a la noche, pude sentir que estaba viva de nuevo, riéndome y siendo cariñosa como solía serlo, pero qué caso tiene si no veo retribución. Supongo que es lo normal, no encontrar una respuesta a eso, o capaz la hay pero me sorprendo preguntándome si realmente vale la pensa mostrarme como soy en verdad, si al final se va a despreciar, me van a olvidar, no me van a querer... o capaz lean esto y piensen que estoy desequilibrada.

¿Mi mayor miedo? A quedarme SOLA, es así como estoy, aunque haya gente rodeandome. Mi cabeza y mi alma están solas, no se acompañan ni entre ellas.

Por eso tengo miedo... y quiero que se vaya.


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